El mejor momento para viajar a Mali, un país sin salida al mar en África Occidental, es durante la estación seca, que se extiende de noviembre a marzo. Este período ofrece temperaturas agradables, menor humedad y lluvias mínimas, creando condiciones óptimas para explorar el patrimonio cultural y maravillas naturales del país. Mali es conocido por sus ciudades históricas, como Tombuctú y Djenné, que son sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Durante la estación seca, puedes visitar las antiguas mezquitas, explorar mercados vibrantes y presenciar actuaciones de música y danza tradicionales. Las temperaturas promedio oscilan entre 25-35°C (77-95°F), lo que proporciona un clima cálido para actividades al aire libre y turismo. Cabe destacar que la temporada de lluvias, de junio a septiembre, trae consigo temperaturas más altas, mayor humedad y lluvias ocasionales intensas. Si bien es posible viajar durante este período, puede ser más desafiante debido a las condiciones de las carreteras y el acceso limitado a ciertas áreas. Además, los vientos de Harmattan, que soplan aire polvoriento desde el Sahara, pueden afectar la visibilidad y la calidad del aire durante la estación seca. En general, planificar tu visita a Mali durante la estación seca garantiza condiciones climáticas más cómodas y una mayor oportunidad de explorar los tesoros culturales y paisajes naturales del país.